Un hombre entra en un restaurante, pide una sopa y ve al camarero con el dedo gordo metido en la sopa. El cliente le mira con cara de asesinarle y con sarcasmo le pregunta:
– ¿Qué, divertido lo del dedito en la sopa, no, cerdo?
A lo que el camarero contesta:
– Es que resulta que me ha picado una avispa y tengo el dedo rojo, y el médico me ha dicho que lo ponga en algo caliente.
– ¡Pues te lo podías meter en el culo!
– No, si es lo que hago entre plato y plato.
– Camarero, ¿esa carne que ha sacado a la mesa de al lado de qué es?
– Es secreto, cerdo.
– Que te jodan. Mari, vámonos a otro sitio.
Está un tío en una discoteca y le pregunta a un camarero:
– Por favor, ¿la salida?
– La rubia del vestido rojo.
– No, hombre, ¡la de emergencia!
– ¡Ah!, la gorda de gafas.
– ¿Qué va a tomar el señor?
– ¡Polonia!
– De cenar, Führer, de cenar.
– Camarero, un café con leche del tiempo.
– ¿Del tiempo meteorológico o del descorazonador paso de los segundos que nos atormenta?
– Agua.
– Camarero ¿me puede dar cambio?
– Si claro guapa, ves al baño de señoras que ahora voy y te doy…corto.
– Camarero, ¿qué está tomando la chica de la barra?
– Decisiones de mierda, señor.
– Póngame lo mismo.
– Camarero, camarero, hay una cucaracha muerta en mi ensalada. Quiero que venga el encargado.
– Eso no servirá de nada, señor, el encargado también le tiene asco a las cucarachas.
– Venga métete, que el agua está muy buena.
– Paco vístete.
– No seas tímida.
– Salte de la pecera que el camarero nos mira mal.
– Sosa.
– Camarero, café, ¿de comer que tiene?
– De todo.
– Pues media tostada de ñu.
– Para media tostada no voy a empezar el ñu.
